Pastor Jorge Alberto Malibrán Lacorte
Mat.8:23-34
Quién no ha experimentado una "tormenta" en su vida? Los discípulos de Jesús están ahora en una barca con su Maestro, quien por cierto descansaba plácidamente, y de pronto una tormenta les amenazó. Esto nos debe hacer pensar que las tormentas le vienen a aquellos que andan con Jesús o sin Jesús, pero la diferencia es que con Jesús estaremos siempre seguros de salir adelante. Si algo tenemos que cuidar es nuestra relación personal con Jesús, misma que generará fe, elemento indispensable para salir con bien de toda tormenta.
Jesús reprendió los vientos y el mar y se hizo grande bonanza.
Bien dijeron sus discípulos... "Qué hombre es éste, que aún los vientos y el mar le obedecen?"
.... Él es el Rey de reyes y Señor de señores.
Aleluya.
La Biblia
Reina Valera
Mat.8:23-34
Jesús calma la tempestad
(Mr. 4.35-41; Lc. 8.22-25)
23 Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron.
24 Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía.
25 Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: !!Señor, sálvanos, que perecemos!
26 El les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.
27 Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?
Los endemoniados gadarenos
(Mr. 5.1-20; Lc. 8.26-39)
28 Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino.
29 Y clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?
30 Estaba paciendo lejos de ellos un hato de muchos cerdos.
31 Y los demonios le rogaron diciendo: Si nos echas fuera, permítenos ir a aquel hato de cerdos.
32 El les dijo: Id. Y ellos salieron, y se fueron a aquel hato de cerdos; y he aquí, todo el hato de cerdos se precipitó en el mar por un despeñadero, y perecieron en las aguas.
33 Y los que los apacentaban huyeron, y viniendo a la ciudad, contaron todas las cosas, y lo que había pasado con los endemoniados.
34 Y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le rogaron que se fuera de sus contornos.
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