martes, 14 de septiembre de 2010

REPOSO EN EL SR. JESUS


En esta hora antes que nada los invito a ponernos a cuenta con Dios, dejando fuera enojos, ira, incredulidad, etc., además de que debemos de tener en cuenta que la limpieza de nuestro corazón debe ser diaria.

Como lo establece Dios en su palabra en Isaías 1:15-18 Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.

Debemos dejar que Dios obre en nuestras vidas, depender totalmente de él, dejar de hacer las cosas con nuestras fuerzas.

Dios nos dice en su palabra que él ha venido para que tengamos vida, y vida en abundancia, que es esto, Prosperidad para nuestras vidas, abundante paz.

Cuando el enemigo venga a quitar lo que Dios nos ha dado, nosotros tenemos la autoridad para desecharlo, todo en el nombre de Jesús.

En Juan 14:1 Dice: No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.
Turbar viene a ser, alterar, interrumpir un estado normal, aquí en su palabra nos aconseja nuestro Señor Jesucristo que no estemos tristes, que no nos aflijamos ante los problemas, sino que le creamos a Jesucristo, que él murió en la cruz por cada uno de nosotros, él tomo nuestro lugar en la cruz, por amor a nosotros por amor a Dios Padre, él murió como un cordero sin mancha, sin haber pecado, murió en la cruz y que ahí mismo llevo cautivas todas nuestras enfermedades, él nos da la sanidad física y espiritual.
El adversario va a tener victoria sobre nosotros cuando tengamos amargura, tristeza, dolor, preocupación.

En salmos 43:5 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.
Debemos siempre de alabarle a Dios en todo momento, en tristezas en alegrías alabarle siempre, porque él fortalece nuestro espíritu.

Continuara...

No hay comentarios:

Publicar un comentario